La belleza de Amoremachine

CADA DÍA TIENE SU PROPIO MAL


Existe cierta magia

si prendo un cigarro

y alumbro el momento que decido besarte,

mientras el humo tiene la ocurrencia

de cachear tus ojos

pero solo porque sabe que se van

a humedecer al palpar las pupilas,



entonces el brillo

se mezcla con la calada pausada,



entonces el filtro no acomete su función

y una gota-lágrima toma mi lengua

y hace surco porque quema.



Solventas mi tristeza con un: ¡ánimo¡,

incluso me prestas tus sueños,

incluso yo, me dejo caer

para sentir tu palabra musicando mis tímpanos

y me levantes a tu antojo

y alimentes mi tiritera si parpadeas.



Tengo pensado un día cerrar la boca,

y sigo temblando,

y me da miedo que las moscas

se queden en la puerta y que a tu lengua

se le olvide bucear por mi garganta



Cansado, difundo causas pendientes

y antes de echar el cierre

pretendo afilarte los dientes

por si te valgo de alimento,



ya lo sabes,



condenados a la lucha al menos perderemos

la sonrisa en la batalla.



Me tropiezo cuando quiero ser autómata,

me pido primer, y me empecino

en cambiar el paso

al desfile de vestidos de ese tuyo corazón,



nos vemos como apóstoles convencionales,

violentando gusanos de terciopelo

pero saliendo ilesos entre caricias,

caricias hechas de hilo

que eran colchas para no pasar frío

en los inviernos de nuestros ojos

y en las contiendas del día a día…



no me gustan las guerras, cielo;

bordabas en las banderas del sinsentido.



Siempre arriesgo

comprando perfumas de rosa

sa la piara de mis pensamientos más cerdos,

porque quiero que huelan a domingo

y a ducha de madrugada.



Sigo tapando orificios

y rellenando los huecos del cuerpo

del último tiroteo,

ya lo sé, sigo siendo, alentado guerrillero

deambulando por alambres.



Mientras tú, te acicalas la fachada que es roída por las aristas

de alguna bala.

Yo, que aguanto a medio pulmón,

voy poniendo remiendos

al abrigo del respeto. Por eso,

me juego el puto careto

viendo pasar el incendio de este bosque desanimado

que se quema de un tirón, para luego suplicarte un beso,

que a ti no te importa dar.



porque somos gente de paz.



Me callo,

antes de ser patada,

porque mi duda es una cabra

haciendo equilibrios sobre latas de cerveza semivacías

y una mierda de tabla carcomida por el tiempo.

Y sigo silenciando.

Porque mis ganas son una escalera que se dobla

que digno y cansino subo

y quedo siendo inestable en el último peldaño,

con mis cuatro patas juntitas,

esperando a que me azuces

con la vara del odio que te falta.

Extraído de http://amoremachine.blogspot.com/